La final: España – Italia o cómo sobrevivir entre tanto italiano. Consejos básicos.

Que España e Italia lleguen a la final de la Eurocopa es emocionante. Que tú estés trabajando en Kiev y sepas que vas a poder colarte para ver el partido y a tu adorado Iniesta es más emocionante aún. Que tus compañeros sean 50 italianos es peligroso. Por eso si vuelve a pasar aquí están mis consejos básicos para sobrevivir a la hazaña.

– El día que Italia se clasifique evita llamar la atención en la oficina. Comenta el momento Ballotelli pero siempre de manera discreta y si ellos llenan la oficina de portadas de periódicos deportivos, tú confórmate con abrir el Marca digital y a escondidas.

En la oficina el día después del Italia – Alemania y la clasificación de los italianos para la final.

– Cuando te pregunten que tú con quien vas responde responde con calma «Con entrambi. Io festeggio comunque» Ensaya la respuesta en casa para sonar más convincente.

– El día de la final busca amigos. Si entre la afición de tu país encuentras a un tío de tu pueblo, (sí, de tu pueblo de 2000 habitantes) mejor que mejor.

Luís minutos antes del partido. Que nos tengamos que encontrar en Kiev…

– Durante la ceremonia pide que te pongan a controlar el ala española. Así podrás saludar a tíos de Talavera, que son mucho más majos que los tíos de Pavía.

– Durante el partido evita verlo al lado de los jefes. Pueden amenazarte con quitarte un mes de sueldo por cada gol de España. Celebra los goles pero con discreción y de vez en cuando suelta un «Dai Pirlo su» o «Grande Gigi», así, para disimular.

Aquí ya iba 2-0. Bea se había resignado y había pasado al momento manicura. Nicoletta creía todavía. Pobre ingénua.

– Cuando acabe el partido haz como que no conoces «Paquito el chocolatero» y no saltes. Cuando toda la afición española cante el «campeones, campeones» hazte la sorda y si puedes resistirte evita gritar, «Iker quiero un hijo tuyo»

– En la fiesta de fin de producción invita a vodkas a diestro y siniestro. Que así se olvidan las penas. Evita beber uno por cada uno que ofreces o el día siguiente tendrás que dormir hasta las 6 de la tarde.

Para los que no vieron la ceremonia, que como todos sabemos era lo más importante, dejo el vídeo. Con los comentarios en ucraíno, que mola más.

Closing Ceremony

The Final

¿Quién estará en el otro lado de la copa?

The Final. Olimpyiskiy Stadium. Kiev.

Esta noche lo descubrimos. La producción, con eso de que son todos italianos se ha tirado el rollo y nos invitan a pizza y birra. Querían sabotearme para que no les diera mala suerte pero les ha dado penita.

A ver que pasa.

Mientras tanto un post del blog de pizzi, Dobbiamo battere la Germania. Las razones de Claudio para animar a Italia, al menos esta noche. (En italiano)

Metro de Kiev. Trasladarse a otro tiempo

Entrar en el metro de Kiev es como trasladarse a los años 60. Tiene solo tres líneas, siempre está lleno, es lentísimo, los carteles están en cirílico y no hay manera de entender donde estás yendo y por supuesto los vigilantes no hablan inglés. Sin embargo es una de las maravillas de la ciudad.

Como buen metro soviético está decorado con grandes columnas, azulejos de colores vivos y lámparas de araña. Pero lo mejor son los billetes, una especie de moneditas de los cacharros de la feria que se meten unas máquinas de cuando Cristo se moceaban y desaparecen para siempre, ni un recibo, ni un billete, ni ningún papelito que asegure que tú has pagado tu billete. En España y en Italia sería la ruina.

El partido de la muerte

Acaba de terminar el Ucrania – Francia. No vivo demasiado lejos del estadio y oigo a los aficionados, que, a pesar de la derrota, vuelven a casa contentos, borrachos y cantando. Mis conocimientos sobre el fútbol ucraniano no llegan más allá de conocer la existencia del Dinamo de Kiev pero el fútbol de este país tiene una historia que contar.

Durante la década de los años 30 en la Unión Soviética el fútbol se había vuelto muy popular y el Dinamo era uno de los equipos que aparecían siempre en la parte alta de la clasificación. Con la invasión alemana en 1941 muchos de los jugadores se marcharon al frente o se convirtieron en prisioneros de guerra.

Los pocos supervivientes se reunían en una panadería de la ciudad para buscar trabajo. Entre un trabajo y otro Mykola Trusevych, ex portero del Dinamo, y Iosif Kordik, dueño del local empezaron a fantasear con la idea de montar un nuevo equipo. Así fue como Mikola se puso a la búsqueda de sus antigüos compañeros y fundó el FC Start con 8 jugadores del Dinamo y 3 del Lokomotiv. Se inscribieron en la liga local y jugaron y ganaron varios partidos con equipos de guarniciones militares.

Cuando ganaron al Flakelf los alemanes empezaron a preocuparse pensando que las victorias de los ucranianos podrían disminuir la moral de las tropas. El Flakelf pidió la revancha que estuvo arbitrada por un oficial de las SS. Se dice que el FC fue advertido de que ganar ese partido podría tener consecuencias. A pesar de eso, ganaron y se negaron a hacer el saludo nazi antes del partido.

El partido de la muerte. Foto de The Death Match. Forgotten heroes

Cartel de la revancha.

El partido se terminó a los 60 minutos cuando el FC Start ganaba 5 a 3. Una semana después cuando ganaron de nuevo al Rukh comenzaron a ser arrestados, torturados y mandados en centros de concentración.

«Evasión o Victoria» (Jonh Huston, 1981) es una de las pelícuals inspiradas en los hechos. En 2012 y en plena víspera de la Eurocopa se estrenó «The Match» una película del director ruso Andréi Maliukov pero parece que ésta última no mantiene todo el rigor histórico que debería, o eso dicen los historiadores ucranianos donde la peli no ha gustado nada.

Kiev, primeras impresiones.

Me he ido de Varsovia donde en cinco meses las temperaturas raras veces han subido de los 22 grados para llegar a Kiev que al contrario de todo lo que pudiera parecer hace 30º, sí señores, si lo sé vengo antes. Todavía no he tenido tiempo de digerir la ciudad ni a los ucranianos. A las ucranianas sí, y no entiendo como pueden andar con esos zapatos ni trabajar con esas uñas, pero olé por ellas.

 Si Varsovia era ese tipo de ciudad que se esconde y que hace falta conocer para darte cuenta de que es una ciudad maravillosa, Kiev no esconde nada de su espíritu y su pasado soviético. Vivo en una casa que sería el sueño de todo el reparto de «cuéntame como pasó» pero a pesar de sus olores a humedad y sus muebles de la época de Stalin tiene su encanto.

Ucrania es tener que lavarse los dientes con agua mineral, que los taxis no tengan insignias ni taxímetro, que al entrar en el metro te parezca que te has trasladado a la época de Shevchenko, que ir a un restaurante sea una aventura, que en tu edificio hayan asesinado a dos políticos famosos, es pasarte el día fotografiando carteles tipográficos, que los hombres no te den la mano, es tener que aprenderte un alfabeto nuevo y mucho más.

En fin, que estoy contenta porque por lo menos tendré muchas ideas para escribir posts… si es que alguna vez tengo tiempo.

Monasterio de San Miguel. Kiev. Foto El viajero. El País.

To’ este jaleo pa’ 10 minutos

Sí, señores, 5 meses soñando con el maldito espectáculo, horarios de trabajo inhumanos, estress, llantos y depresiones y todo para 10 minutos de ceremonia. Preguntarse si ha merecido la pena es inevitable, pero a pesar de todo la respuesta es clara, sí. Sí, por muchas cosas, pero sí sobre todo por esto;

Voluntarios al final del espectáculo. Llamadme cursi. Foto El País.

Para los que no lo pudieron ver en directo dejo el vídeo, en polaco y de una calidad discutible pero es lo que hay, y algunas fotos.

Ensayo General. Foto Filmmaster. Luca Parisse.

Ensayo General. Foto Filmmaster. Luca Parisse.

Ensayo General. Foto Filmmaster. Luca Parisse.

Ensayo General. Foto Filmmaster. Luca Parisse.

Trotolle. Foto El País.

UEFA EURO 2012. Foto El País.

Clave de Sol. Foto El País.

Vivir en un estadio. Capítulo I: «The pitch is stressed»

Un estadio de fútbol es como un gran palacio. Todo cabe dentro de sus largos  y siniestros pasillos. Enfermería, restaurante, camerinos, oficinas, vestuarios, salas de prensa, cables, muchos cables y sobre todo miles de rincones para esconderse.

Pero en el estadio nacional de Varsovia, donde en pocos días se inaugura la Eurocopa de 2012 y donde vivo recluída desde hace 2 semanas, los reyes no son los futbolistas, no somos nosotros, no es la prensa ni la televisión, no son los banquillos, custodiados por señores de seguridad, y ni siquiera lo son las porterías, aunque estas estén encerradas en una habitación especial con seguridad y todos los días vengan unos señores a ver como están.

El rey de este gran palacio es el césped. El césped marca todo lo que pasa aquí dentro. Tiene unos cuidadores ingleses con barriga y bigote, como buenos ingleses, que todos los días se arrodillan y con unas técnicas tecnológicas y muy especializadas, lo huelen, lo tocan, miden el color, la frescura y no sé cuantas cosas más. Hay días en que estos señores deciden que «the pitch is too stressed» y entonces todo se paraliza. Ese día se cancelan los ensayos, se cierra el techo del estadio y todos ponen cara de estar muy preocupados.

Para que al césped se le pase el estres, los cuidadores barrigones ingleses le ponen unas especies de lámparas de rayos X gigantes, no se sabe muy bien si son para que crezca, para que se ponga más verde o para que se seque. La cuestión es que las lámparas consiguen que se le pase todo el estres y todos contentos, aunque si los cambios de humor del señor cesped nos cuestan a todos grandes dolores de cabezas.

– 3 días

Un rayo de sol Uooo

Sí, parecía que no pero en Varsovia también existe la primavera.

Esta semana hemos llegado a los 29 grados y los polacos se han soltado la melena y como si de agosto sevillano se tratara han sacado todo su armario veraniego, porque aquí viven sin término medio, o te hielas o te asas.

Mini faldas, sandalias y camisetas de tirantes. La ciudad se paraliza, los parques se llenan, los nietos sacan a pasear a sus abuelos, el amor y la cursilería se respiran en el aire y la gente hace barbacoas en medio de la calle.

Y ¿por qué tanto estress? Pues porque, señores, en Polonia el tiempo te da las alegrías con cuentagotas y ellos lo saben, así que hay que aprovecharlas. Pero no os preocupéis, la semana que viene volvemos a la lluvia y a los 15 grados.

Polacos que disfrutan de la primavera.

Primavera polaca en todo su esplendor.

Irenka y su barbacoa.

Abandoned Konarski

No está abandonado pero casi. El Konarski es un instituto de secundaria que ha sobrevivido a todas las inclemencias del tiempo y a todos los varapalos de la historia. El edificio donde se dan las clases tiene ese olor a Este que le da un toque de misterio y que te hace pensar que estás paseando por un pedazo de historia.

Puede pasarte de todo entre sus paredes, rozando incluso lo surreal, tanto que Mariusz y yo soñamos con la idea de colocar una cámara oculta en alguno de sus rincones para después poder publicar un documental.

El despacho de la secretaria está decorado cual casa de los años 60 con manteles de puntilla en colores pastel. Ella, una señora bajita y regordeta te recibe ofreciéndote bizcocho casero. El portero, un señor del que nadie sabe su verdadero nombre, recorre el centro en pantuflas mazo de llaves en mano, come platos gigantes de cochinillo al horno y no es raro encontrarlo echándose cabezadas a la sombra cuando el sol aprieta. Reconozco que fantaseo con la idea de que ambos, secretaria y portero, tengan una affaire secreto y se encuentren en los descansos en alguna de las clases vacías del konarski.

Con una zona verde como un campo de fútbol de grande, se ha convertido en nuestro lugar de ensayos y con ello en mi nueva casa. Pero lo mejor de todo el Konarski es su almacén gigante. Su descubrimiento fue como abrir un baúl de los recuerdos. Lleno de polvo daba la impresión de que el tiempo se hubiera parado y de que nadie lo hubiese abierto en años, como si sus últimos habitantes hubieran salido corriendo, cajas de metal, carretes de fotos antiguas, libros de fotos en blanco y negro… Una maravilla que hubiera hecho las delicias de más de uno. (Había fotos de todos nosotros descubriendo los tesoros pero un día mi ordenador decidió comérselas)