Signos de envejecimiento. Capítulo IV: amigas a las que se les va la cabeza y te hacen tía antes de los 30

¿Os acordáis de mi primera despedida de soltera y de mi primera boda de amiga? Bueno, pues esa misma amiga que allá por finales de 2012 puso mi mundo patas arriba y alteró toda mi estabilidad emocional, esa misma, ahora va y me hace tía… ¡¡¡Tía!!! antes de los 30!!!! Ayyyy señó, dame paciencia.

No sé como será el vuestro, queridos, pero mi entorno últimamente está lleno de bodas y, por lo visto, próximamente estará lleno de panzas. Mis amigos se están haciendo mayores, se me casan y se me embarazan… y yo aquí, con esta vida inestable y precaria.

Pero dejemos de lado mi caos personal que no es el momento.

Cuando Reyes, (mi amiga-mamá en cuestión) me dio la noticia una fría tarde de febrero yo entré en pánico y pasé de las lágrimas de felicidad a la risa histérica en un minuto….

– Que estás QUÉ¿?¿?¿?¿? ¿¡¡¡¡¡¿¿¿¡¡Pero…. lo habéis buscado???!!!??? En serio??? ¿Seguro que lo habéis pensado bien? Ay dios mio, que locura!!!! no…. pero… ¿¿¿¿en serio?????

Sí, ya lo sé, no es precisamente lo mejor que se le debe decir a una mamá primeriza, pero yo también era primeriza en estos asuntos y en mi defensa tengo que decir que Reyes no preparó el terreno como es debido, es más, no lo preparó en absoluto.

Muy en su línea y jugando con el factor sorpresa, soltó el bombazo así de sopetón para poder disfrutar de la cara de alucine que se te queda.

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Todo lo que se me pasaba por la cabeza era que la próxima vez que viera a mi amiga no estaría con ella hasta las tantas quemando la pista y cubata en mano sino que me vería inmersa en situaciones domésticas como cambio de pañales, desinfección de biberones o conversaciones sobre potitos. O lo que es mucho peor mi amiga empezaría a transformarse en madre y la oiría decirme frases como «¿niña, con este frío vas a salir?», «bébete el zumo que se le van las vitaminas» o «te lo acabas, o te lo meto con un embudo»

Pero superado el primer shock inicial y después de que se me pasara la llorera y mi instinto maternal dejara de temblar empecé a pensar en que, a lo mejor, la situación no era tan grave como parecía.

Me estaba convirtiendo en testigo de una parte muy especial de la vida de alguien muy especial y sobre todo que iba a formar parte de un acontecimiento único, ver como una personita crece y se forma bajo de influencia de alguien tan estupendo como Reyes y de ahí, queridos, solo puede salir algo bueno.

Bienvenida al mundo, Estrella

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Asumámoslo…. había una edad en la que los viajes se hacían de otra manera. Durante nuestros años mozos podíamos dormir en tiendas de campaña sin que nuestras espaldas se resintieran, íbamos de mochileros por la vida y nos parecía de lo más exótico, de lo más bohemio. Las resacas no existían, los pies no dolían y afrontábamos el jet lag como una aventura.

Asumámoslo… esa edad, ha pasado y este verano mi maleta, (ya con ruedas) mi espalda, mis resacas y mis pies, están dando buena cuenta de ello.

No se trata de la vejez, se trata de hacerse grande, de que a estas edades empieza a importar el colchón en el que duermes, tu intestino ya no es el que era y en tu maleta viajan más medicamentos que bragas. Antimosquitos, antimedusas, tiritas, solución para todo tipo de picaduras, pastillas contra los gases, contra el ardor, contra los dolores de cabeza, contra los mareos, cremas solares, after sun, protectores de todo tipo, antibióticos... Y no creáis que todo esto lo digo por decir, lo cuento con conocimiento de causa, que con los dos viajes que llevo este verano ya podía haber montado una farmacia.

Que me sé de dos que empezaron un festival así,

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y lo terminaron así, ( y eso a los 20 no pasaba)

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Pues eso amigos, que viajar sí, pero con clase, que estos cuerpos ya no son lo que eran.

 

 

 

Próximo capítulo: Amigos que se les va la cabeza y te convierten en tía antes de los 30.

 
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Íbamos por lo de que mi amiga Reyes se casa. Sí, mi amiga Reyes, esa con la que hasta hace poco pasaba mis tardes al más puro estilo «Sexo en Nueva York» criticando a los hombres y comiendo tartas con muchas calorías. La misma.

Superada la crisis de identidad en la que te mete, así sin comerlo ni beberlo, y el momento paternalista que te entra hasta que te das cuenta de que «Pepe es un buen muchacho y la va a tratar bien» empiezan todos los problemas pre-boda porque cuando una de tus mejores amigas se casa… no es una boda cualquiera.

Ni que hablar del problemón del vestido, el recogido o el drama de los zapatos de tacón, (porque tú tienes que ir monísima que para eso eres de las amigas de la novia). Dejemos de lado el drama de la pareja (aunque si mi pareja para este evento se merece un capítulo de este blog para él solito)

Lo peor de que una de tus mejores amigas se case… es ¡la despedida de soltera! y como superarla con dignidad.

Aquí entran en juego tus instintos más básicos y tus ganas de hacer el ridículo, legitimadas, porque sino lo haces en una despedida de soltera, ¿cuándo lo vas a hacer? Es maravilloso sentir el poder que te confiere ser amiga de la novia para disfrazarla y emborracharla y sino, que no se le hubiera ocurrido esa tontería.

Superar una despedida de soltera divertida, con clase, elegante y con el toque justo de horterismo, no significa que superes la resaca del día después, porque como decía el otro día… ya no estamos para estos trotes.

– 7 días para el bodorrio!!!!

Segura de que Reyes va a ser una novia preciosa y Pepe un novio estupendo no veo el momento de verlos diciéndose esas cursilerías propias de los novios. Espero no llorar…

Signos de envejecimiento. Capítulo I: Amigos que se les va la cabeza y deciden casarse

Es inevitable, nos pasa a todos. No tiene nada que ver con la edad pero llega un día en el que empiezas a plantearte que te estás haciendo mayor.

Los síntomas son muchos y están donde menos te los esperas. De repende, empieza a molestarte la música a toda pastilla del cani de turno, prefieres dormir en camas de matrimonio, los fritos por la noche no, que dan aciden o los sobrinos que te hablan de dibujos animados jamás vistos. Y no hablemos de que una noche de fiesta hasta las cinco de la mañana son tres días de sufrimiento. Los signos son interminables, una vez que te das cuenta de que has llegado a la barrera, estás perdido y ves señales por todos lados.

Desde luego los amigos no ayudan. Están los que deciden comprarse casa, los que montan negocios, (olé por ellos, quién tuviera valor) o los que se sacan oposiciones, (olé y olé) Madurez en estado puro. Y tú ahí, con tu trabajo inestable, una casa sin agua caliente y una vida sentimental más complicada que la de la de Belén Estebán.

Pero el momento más temido, ese en el que se confirman todas tus sospechas de que te estás haciendo mayor aunque no quieras aceptarlo, es cuando te llega la temida llamada de; «que me caso».

Ahí es donde empiezas a luchar con el Petar Pan que llevas dentro… «Clara, la gente está sentando la cabeza y tú ni siquiera sabes donde la tienes» Menos mal que cuando hay una boda de por medio las paranoias se me pasan rápido y ni Peter Pan ni nada, con lo que a mí me gusta un traje blanco, preparar un convite, pensar en las invitaciones y fantasear con ligarme al primo del novio al más puro estilo comedia romántica de Hollywod.

Pues eso fue lo que me paso una tarde de primavera con Reyes, amiga del alma, compañera de instituto y confidente, que así como quien no quiere la cosa me soltó un «Clara, que me caso». Boca abierta, palidez absoluta y una mezcla incontrolable de ilusión y miedo total.

Pero antes de toda boda que se precie está una buena despedida de soltera como está mandado. Pero toda la información sobre la despedida de Reyes tendrá que esperar al siguiente post: Signos de envejecimiento. Capítulo II: Tu primera despedida de soltera.