Al más puro estilo de los Brady, o mejor de Los Serrano, (más ibérico) me he visto metida en una flagoneta, (sin melocotones, menos mal) para recorrer medio país, media Italia. Una semana, ocho ciudades. He aquí el resultado.
1. Verona
No me extraña que Skakespeare eligiera Verona para ambientar «Romeo y Julieta» porque de todos los balcones de la ciudad parece que te va a salir una princesa con una trenza rubia platino kilométrica y te la va a lanzar para que vayas a rescatarla de las garras de algún noble barrigón con quién la han casado por conveniencia y que la tiene encerrada en una torre custodiada por dragones para que nadie la vea.
2. Mantova
Si en Verona te sale tu vena más romántica y cursi en Mantova le toca a la humanista porque te sientes de lo más renacentista paseando entre esos palacios del siglo XVI.
3. Parma
Parma es una ciudad de contrastes, por la noche te parece estar en una ciudad fantasma (incluso un sábado) pero de día se anima y hay mercadillos y gente por las calles. Algo debe tener cuando el gran Bodoni vivió allí una temporada. La Catedral y el baptisterio con sus impresionantes frescos te dejan con la boca abierta… y un buen dolor de cuello de tanto mirar para arriba.
4. Modena
Módena es una ciudad pequeña, muy pequeña pero bonita y agradable para pasear. No puedo demostrarlo porque ese día nos dejamos la cámara en el hotel. Muy listos nosotros.
5. Ravenna
Rávena no se caracteriza precisamente por su belleza pero su cantidad de iglesias y monumentos bizantinos por metro cuadrado la hacen un sitio realmente increíble. Al entrar en San Vital y ver los mosaicos del emperador Justiniano y su mujer Teodora, (que es claramente quién cortaba el bacalao en esa relación) se te activan todos los sensores y empiezas a recordar todas las características que te podían preguntar en el temido examen de selectividad que si el «opus teselatum», que si el hieratismo y la frontalidad… En fin, todas esas cosas que se almacenan en la cabeza y que tú crees olvidadas hasta que se te activa el chip. Yo no dejé de acordarme de Super Quique, mi profe de arte del bachillerato y para quién no lo sepa uno de los hombres de mi vida, (sin malos pensamientos, claro)
5. Ferrara
Al Castillo de los Este sólo le falta el dragón acobardado que no puede hacer su trabajo porque es demasiado bueno para ser un Castillo de Diysney.
6. Padova
En Pádua lo que hay es mucha pasta, pero no de la italiana, sino dinero, mucho dinero y se nota. Es una ciudad bonita y limpia, pero sobre todo, tremendamente viva, donde hay gente por las calles a todas horas, tiene un mercado diario en medio de una de las plazas más céntricas de la ciudad, que la hacen todavía más animada y divertida.
La gente va a Pádua a pedirle milagros a San Antonio, a la basílica que el franciscano tiene en la ciudad, una especie de Fátima pero en pequeñito. En general a mí me pareció un sitio bastante chungo. La tumba del Santo está llena de fotos de gente que ha tenido accidentes de tráfico, ecografías de mamás que no se podían quedar embarazadas y lo hicieron y ese tipo de cosas. A la salida una enorme tienda de souvenirs con imágenes del santo, supongo que si compras algo los milagros se cumplen antes, no sé. Dejando de lado lo que a mí me pareció todo un circo religioso, Pádua mola.
Impresionante la Capilla de los Scrovegni, mandada a construir por Enrico Scrovegni como penitencia por los pecados de su padre que había sido usurero. Dentro está decorada al completo por impresionantes frescos de Giotto.
7. Vicenza
Vicenza por segunda vez. Sigue siendo Palladio.
8. Trento
La ciudad más sorprendente de todo el viaje, por diferente. Por un momento crees que has cambiado de país y te estás metiendo en la mísmisima Austria. Ya sólo durante el camino a mí se me activaron mis genes tiroleses, esos que cogí una vez cuando estuve en Innsbruck pero en la ciudad se acentuaron todavía más. Rodeada de montañas, mires donde mires, Trento es una ciudad enana, pero increíble, con muchísima vida y muchísimo spritz.
A los papis y al brother!