Son las 2 de la noche, sales de un bar en Varsovia y te encuentras esto:
Una palmera de 15 metros. De repente todas tus alertas se activan y empiezas a pensar en si algo de lo que has comido te ha sentado mal. ¿A lo mejor el vino? o ¿serán los efectos del maldito vodka polaco?, juro que yo no he fumado nada.
Con cara descompuesta miras a tus acompañantes polacos que ya tienen que estar más que acostumbrados porque ante tu cara de estupor ellos responden con toda naturalidad «tak,tak. It is a palm tree!» Sí, señores en un país en el que se llega a los -30 grados y la nieve te llega a las rodillas tú te puedes encontrar una palmera, así con toda la tranquilidad del mundo.
Y es que resulta que un día a Joanna Rajkowska, una artista contemporánea polaca se le ocurrió instalar esta palmera artificial y gigante en todo el centro de la ciudad. La palmera debía haber estado ahí por un año, el tiempo que duraba la exposición organizada por el centro de arte contemporáneo de Varsovia, y pretendía acercar el escenario de Israel a Varsovia, pero durante ese año se convirtió en un símbolo de la ciudad y ahí se quedo para sorprender a turistas no polacos.